Un diablo de 15 años
Por Jesús Adonis
"Más sabe el diablo por viejo que por diablo", una joya de nuestro acervo popular que canta a esa preciada virtud que es la experiencia. Pero, ¿qué decir de un "diablo" que nunca fue viejo? ¿Qué exclamar ante un joven "diablo" de sabiduría impar? ¡Diablos, qué prodigio!
José Martí fue, sencillamente, un hombre monumental. Desde la primera infancia se nos enseña a admirarlo y a amarlo, la presencia de su impronta se adivina en lo más íntimo de cada hombre o mujer que se sienta cubano sinceramente. Huelga mencionar su aporte a la amalgama ética, que conforman los valores identitarios del pueblo cubano hoy, y que ha sido hilo conductor de todos nuestros esfuerzos libertarios y de búsqueda de la más plena justicia social durante el siglo XX e inicios del XXI. No se concibe la excepcionalidad de la Revolución Cubana, y de su proyecto, obviando el cardinal legado del Maestro.
Haber abarcado los más disímiles campos intelectuales constituye un mérito indiscutido que lo consagra como el cubano más universal de todos los tiempos. Fue un escritor notable, como poeta estuvo en la alborada del modernismo, marcando pautas con su sensibilidad insondable. Fue maestro y traductor. Fue el más genial de los políticos decimonónicos de la Isla: un orador febril y de verbo incisivo y florido, un patriota consecuente, con un sentido democrático inmenso, fue un conciliador de hombres y pueblos. Fue un gran humanista.
Martí, además, fue periodista. Esta, precisamente, fue su actividad más constante, la que lo ayudó a subsistir en medio de una vida llena de precariedades y limitaciones, que en gran medida provocaron su labor revolucionaria y su moral intachable. Laboró para múltiples diarios y revistas de España, Latinoamérica y Estados Unidos- en inglés y español-. En su carrera como profesional del periodismo resaltan sus colaboraciones en México para La Revista Universal, bajo el seudónimo de ¨Orestes¨; el diario La Nación, de Buenos Aires, en el que publicó su artículo dedicado a Karl Marx; La Opinión Pública, de Montevideo; La Opinión Nacional, de Caracas; La República, de Honduras. En tierras del Norte se insertó en publicaciones tan prestigiosas como The Hour, The Sun y The Evening Post, donde resalta su defensa de los valores del pueblo cubano en el artículo Vindicación de Cuba, del 25 de marzo de 1889.
La prensa de la época recoge toda su obra periodística que abarca géneros tan variados como crónicas, ensayos y artículos que hacen referencia principalmente a la realidad de Cuba, pero también al acontecer de los Estados Unidos, España y toda América Latina. Con un profundo culto a la ética profesional y a las convicciones que lo animaban, el genial autor, retoma, a cada momento, temas polémicos del campo de las artes, la literatura y la política. Hace de la crítica precisa y la veracidad argumentativa su lengua materna y su panacea intelectual ante cada tema a tratar. Su primordial asunción de lo más esencial del periodismo queda refrendado cuando dice: "De impresiones viven las letras, más que de expresiones... No se ha de escribir para hacer muestra de sí, y abanicar como el pavón la enorme cola; sino para el bien del prójimo, y poner fuera de los labios, como un depósito que se entrega, lo que la Naturaleza ha puesto del lado adentro de ellos..."
No obstante su mayor logro en este campo lo constituyó, sin lugar a dudas, la fundación, el 14 de marzo de 1892, del periódico Patria, órgano del Partido Revolucionario Cubano (PRC) y ¨soldaddo de la Revolución¨, como él mismo lo calificara. En honor a semejante empresa, celebramos, actualmente, el día de la prensa nacional en esa fecha.
Sin embargo, es otro hecho periodístico, sin precedentes, en la vida del apóstol lo que provoca estas reflexiones. Un día como hoy hace ya 138 años, el 19 de enero de 1869, sale a la luz el ejemplar unigénito del Diablo Cojuelo, especie de volante donde Martí, sin apenas cumplir los dieciséis años, lanza sus primeros argumentos patrióticos al público. Con una crítica mordaz y burlesca zahiere al colonialismo opresor, apenas unos meses después del grito de Yara.
La publicación es editada por su compañero Fermín Valdés Domínguez en la imprenta El Iris. Los jóvenes discípulos de Rafael María de Mendive aprovechaban la breve y magra libertad de prensa otorgada, diez día antes, por el capitán general Domingo Dulce. En España había triunfado una revolución liberal en septiembre del año anterior, pero Cuba seguía en su oneroso estatus de colonia sometida a un régimen, de hecho, absolutista.
Desde el editorial, "Pepe" reclama para sí el total descomprometimiento con cualquier otra cosa que no fueran sus propios criterios y la posición intransigente de asumirlos: "nunca supe yo lo que era público, ni lo que era escribir para él, mas a fe de diablo honrado, aseguro que ahora como antes, nunca tuve tampoco miedo de hacerlo".
El artículo más importante de ese primer periódico martiano es conocido como O Yara, o Madrid, frase que se lee en el interior del mismo. Allí, se declara partidario de la libertad y la revolución ante la alternativa de adhesión a la metrópoli o la de otros oportunistas, la: "de esos que llaman sensatos patricios, y que sólo tienen de sensato lo que tienen de fría el alma, reúnen en sus casas a ciertos personajes de aquellos que han fijado un ojo en Yara y otro en Madrid, según la expresión de un poeta feliz, y que con sólo este título pretenden imponer sus leyes a quien tiene muy pocas ganas de sufrir tan ridícula imposición."
Respecto a la, por aquellos días, muy cacareada libertad de imprenta, el periodista en ciernes diría: "esta dichosa libertad de prensa, que por lo esperada y negada y ahora concedida, llueve sobre mojado, permite que hable usted por los codos de cuanto se le antoje, menos de lo que pica; pero también permite que vaya usted al Juzgado o a la Fiscalía, y de la Fiscalía o el Juzgado lo zambullan a usted en el Morro, por lo que dijo o quiso decir". Tema este, que no pasa de moda en ninguna parte del mundo actual.
Además del artículo principal algunos de los sueltos también son del joven Martí. En ellos muestra un fino humor con el que ridiculiza a las autoridades ibéricas en la Isla, así como sus políticas llenas de dobleces para con una población, en la práctica, huérfana de derechos. He aquí una muestra:
- "¿Señor Castañón?
- ¿Qué hay?
- Aquí lo busca a usted la señorita Cuba, que viene a reclamar su voz, que según dice, ha tomado usted sin su licencia.
- ¡Ay, cierra, cierra, amigo! Di que me he ido al infierno, que...que qué sé yo...en fin...mira...como te atosigue mucho, le dices de mi parte, que pienso mudar de voz, ¿eh? Pero pronto, ¡pronto!
"No sabemos a estas horas si la señorita Cuba entró o no entró. A tiempo avisaremos este fausto acontecimiento"
Después, aupado por una situación social de protesta y una identificación con la naciente insurrección, sobre todo en los sectores jóvenes que protagonizan hechos como los acaecidos en el teatro Villanueva o en la acera de Louvre, Martí le dará continuidad a sus trabajos periodísticos de alto vuelo patriótico. En este sentido resaltan la publicación el 23 de enero de 1869 de La Patria Libre, un periódico de mayor formato confeccionado por Rafael María de Mendive y el abogado Cristóbal Madan y donde publica su antológico Abdala. También, en febrero de ese año, aparecería en el Siboney, periódico manuscrito de los estudiantes de segunda enseñanza de La Habana, su soneto ¡Diez de Octubre!
Estas actividades contribuyeron a su detención posterior y condena por infidencia a seis años en las Canteras de San Lázaro. De su experiencia allí, saldrá El Presidio Político en Cuba, folleto publicado en Madrid durante su primera deportación.
Si el genial novelista francés Julio Verne dibujó para las letras universales un capitán de 15 años a bordo de su nave; la realidad de Cuba, aquel lejano enero, parió para la Historia un "diablo", de igual edad, que asumió para siempre el mando de toda una nación.
3 comentarios
Maydelis -
SAG -
Adriana -
FELICIDADES